La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) 

23.09.2020

Es la aplicación clínica más difundida e investigada de la Teoría de los Marcos Relacionales 


ACT emplea la aceptación, entendida como la capacidad humana de experimentar el estar conscientes, en el aquí y el ahora, de las sensaciones, los pensamientos, sentimientos, emociones, recuerdos, imágenes, etc. (eventos privados). Esta capacidad de estar conscientes vendría unida al compromiso de llevar a cabo acciones acordes con los valores personales (Páez, Gutiérrez, Valdivia y Luciano, 2006) y también estaría vinculada con las estrategias de cambio necesarias para aumentar la flexibilidad psicológica. La flexibilidad psicológica hace referencia a la posibilidad de contactar con los eventos privados que ocurren en el presente, tanto como nos sea posible como seres humanos, al tiempo que elegimos bien abandonar o bien persistir en una acción que implica malestar pero que está al servicio de los valores que uno identifica como propios.

ACT sostiene que a la base de los problemas psicológicos se encuentra el lenguaje, haciendo inevitable que en ciertas condiciones surjan pensamientos y sensaciones que puedan vivirse como molestos.1​ El hecho de ser verbales, facilita, además, el que las personas se enreden en luchar contra los propios eventos privados, y persistan en ello a pesar de que con frecuencia los resultados de tales luchas resulten contraproducentes. Mediante metáforas, paradojas y ejercicios experienciales los clientes aprenden a contactar con los pensamientos, sentimientos, recuerdos y sensaciones, tanto los previamente temidos y evitados como cualesquiera otros que surjan. De esta forma, las personas aprenden la habilidad de re-contextualizar estos eventos privados, clarifican lo que les importa en su vida; lo que en el fondo y radicalmente valoran, y adquieren el compromiso con los cambios necesarios en la acción.

Una asunción básica en ACT es que el sufrimiento psicológico está causado por la "evitación experiencial" (Luciano y Hayes, 2001).1​ Esta se entiende como una amplia gama de comportamientos dirigidos intencionadamente a evitar el contacto con pensamientos, emociones, sentimientos, recuerdos... que son vividos como negativos.1​El individuo se enzarza así en una lucha que tiene como resultado la rigidez psicológica que aleja a la persona de aquello que en realidad más le importa en la vida. Desde ACT se considera que en los problemas psicológicos juegan un importante papel la "fusión cognitiva" (estar "fusionado" o enredado en los pensamientos, sensaciones...), la tendencia a valorar la experiencia interna como buena o como mala, la evitación experiencial y la tendencia a dar razones o justificaciones del propio comportamiento. La alternativa saludable propuesta desde ACT estaría centrada en la aceptación de las propias reacciones naturales, automáticas e inherentes a la condición humana y la toma de contacto con el momento presente, lo que permitiría elegir más libremente una dirección valiosa, con sentido personal y comprometerse con la acción y los cambios acordes con esa dirección.



ACT se asienta en el Contextualismo Funcional que conecta con la posición del Conductismo Radical y el Interconductismo, en tanto que sostiene que cualquier evento debe interpretarse como un acto inseparable de su contexto actual e histórico. Desde estas perspectivas, es determinante el análisis de las funciones del comportamiento humano, en general, y de los denominados trastornos psicológicos, en particular, a fin de entender su génesis y su persistencia y extensión. El análisis funcional tiene una amplia base experimental, pero el análisis funcional del lenguaje y la cognición ha dejado huella a partir de las investigaciones en las últimas dos décadas sobre la emergencia de nuevos comportamientos, el comportamiento relacional, y la derivación de funciones psicológicas. La teoría que ha comenzado a integrar todos estos hallazgos ha sido denominada Teoría de marcos relacionales (Hayes, Barnes-Holmes y Roche, 2001; Barnes-Holmes, Rodríguez y Whelan, 2005), y los frutos que están emergiendo son esenciales para entender la génesis de sensaciones y pensamientos y tanto la función que muestran como el cambio de tal función. En el ámbito de la psicopatología, esta investigación ha permitido aislar el concepto de Trastorno de Evitación Experiencial, o Evitación Experiencial Destructiva (Hayes, Wilson, Gifford, Follette y Stroshal, 1996; Luciano y Hayes, 2001), como un patrón troncal en la mayoría de los Trastornos Mentales típicamente diferenciados en los sistemas actuales de clasificación. Se trata por tanto de una terapia psicológica que no ha sido diseñada específicamente para un trastorno, sino que puede ser útil en problemas y trastornos muy diversos en el ámbito de la psicología clínica y de la salud (Luciano, 2001; Páez y Gutiérrez, 2012). La aplicación de ACT requiere un complejo proceso de adquisición de habilidades en el que resulta de gran ayuda el entrenamiento y la supervisión para discriminar posibles errores, abordar las barreras personales del terapeuta y mantener el necesario sentido de dirección (Páez y Montesinos, 2016).

El programa de investigación en torno a la eficacia de ACT y sus fundamentos básicos está todavía en desarrollo. No obstante, ACT ha mostrado su efectividad en numerosos estudios de caso y ensayos clínicos aleatorizados en una amplia gama de aplicaciones (Ruiz, 2010), que van desde el dolor crónico, las adicciones, el tabaquismo, la depresión, la ansiedad, el trastorno por estrés postraumático, la psicosis, el estrés laboral, hasta el duelo complicado o el afrontamiento de enfermedades como el cáncer. Además, ACT está mostrando tamaños del efecto superiores a la terapia cognitivo-conductual a la finalización del tratamiento (Ruiz, 2012). ACT ya es considerada una terapia basada en la evidencia en ansiedad mixta, depresión, TOC, dolor crónico y psicosis por la División 12 de la American Psychological Association.